Dicen nuestros sabios que en el silencio se encuentra la sanación de todo. La sanación es la revelación Divina, es el despertar del alma. La experiencia del silencio es la experiencia de la conexión con Di-s. Tal como lo encontramos en Eliahu Hanavi: Hashem no se le reveló en la nube pesada, ni en el ruido del temblor, tampoco en el fuego intenso, sino en una voz quieta y silenciosa.
El servicio a Di-s más elevado es considerado el de los Kohanim. De acuerdo con el Zohar era llevado a cabo en silencio, en contemplación y con atención al corazón. También en nuestra tefilá se considera que el punto más elevado, ese en el cual entramos al mundo de la Unidad Total con Hashem (la tefilá de Shoma Esrei), se dice sin emitir sonido alguno, en total silencio.
Para David Hamelej permanecer callado era una alabanza a Di-s, y para Ezequiel, el profeta, la revelación de lo Divino representaba un brillo que provenía de un “silencio en expresión”.
El silencio del que hablan nuestros sabios y ancestros, no es un silencio meramente superficial que denota ausencia y distracción, o palabras vacías que revelan agitación y vacío. No. Es el silencio que hace referencia a la presencia del alma, a una serenidad y quietud interna que incluso en la expresión, se puede percebir la profundidad del alma y su estado de complitud.
El verdadero silencio es total presencia, concentración de todo nuestro ser, presencia que no pasa desapercibida, presencia que revela que hay algo mayor que nosotros mismos. En el silencio hay palabras que expresan sigilo y profundidad.
El silencio es serenidad, es tranquilidad y paciencia. Es conexión y unión con Di-s.
El silencio vive muy adentro, en donde nuestro ser es unitario; en cambio, el ruido reside afuera en la superficie, donde se encuentra el ruido y la ansiedad.
El potencial de nuestras palabras y la influencia de nuestros actos es directamente proporcional al silencio interno de cada uno. En toda interacción hay un intercambio de fuerzas, de influencias, y es aquél con mayor conexión, que sabe guardar silencio, el que dejará un impacto superior en el otro.
El silencio da lugar a la observación y a la contemplación, las cuales causan asombro y a la vez, despiertan la apreciación y el agradecimiento. La felicidad es el producto de vivir en apreciación constante.
El silencio además de ser la conexión con Di-s, es también la experiencia de conocer tu propia esencia, de encontrarte con tu más íntimo ser. Al identificarte contigo mismo, el silencio te permitirá conocerte mejor.
El secreto es el silencio, y el secreto pertenece a Di-s. La palabra divina sólo es escuchada en un estado de serenidad, de sinceridad, de profundidad y de deseo.