Buscar la verdad debería ser lo primero que debe hacer un ser humano en la vida. Encontrarla le dará claridad y orientación sobre el significado de la vida, del origen de ella y el destino deseado. La verdad le proporciona al hombre enfoque y contención, permitiéndole vivir con seguridad y confianza para decidir que hacer con los días de su vida. La verdad demanda compromiso, y muchas veces sacrificio. La verdad no se encuentra una sola vez, si no que es constantemente descubierta, exige que tengamos una mente flexible, que constantemente amplia su percepción de lo que es verdad. La verdad hace a un lado los elementos falsos de la realidad, y expande su propia esencia en el proceso. La verdad demanda cambios, y coherencia entre lo que sabemos, lo que somos y lo que hacemos. Una vez reconocida, nos impulsa a movernos hacia ella lo más suave y pronto posible. La verdad es ocultada por los deseos corporales que provienen de estímulos externos, causando que seamos secuestrados por nuestro propia búsqueda de comodidad y placer. La verdadera verdad crea armonía y unión, que a pesar de ser una, es totalmente incluyente. La verdad no es relativa, es absoluta. La verdad en su origen es un potencial que contiene infinitas formas diversas de expresión, pero deben emanar de un origen unitario y simple. La belleza de la verdad se refleja en su cualidad de unificar opuestos, siempre genera relación y conexión.
La verdad es UNA, la verdad es Di-s, la verdad es Tora.
Por Moy Askenazi
Inspirado en la sefira de Tiferet