Di-s creó la oscuridad, de hecho esta es al definición de la creación del mundo, la innovación de la oscuridad. Antes de la creación, la Luz Divina era todo lo que existía, y el acto de creación dio lugar al ocultamiento de esta Luz y a la presencia de lo oscuro.
La oscuridad no es la percepción superficial de algo opaco y negro. La oscuridad como esta escrito en “Job” es todo aquello que tiene un límite, aquello que está confinado. Todo aquello que tiene un fin y carece de eternidad es la definición de oscuridad. La creación de Hashem en donde existe este ocultamiento es el tiempo y el espacio, alusivo en la narración de 6 días y los cielos y la tierra. Es en estas dos dimensiones que encontramos aquello que es temporal y restringido.
El Tehilim dice “Forma la Luz, y Crea la Oscuridad”. La Luz ya estaba, solo requería forma, la oscuridad es un concepto totalmente nuevo, creado por Di-s.
Por eso mismo, todo lo que se relaciona con lo oscuro, es una mera ilusión, pues no es eterno. Solamente aquello que perdura para siempre sin fin, es verdad. Di-s creó el potencial de lo malo, mas no como una realidad, si no como una mera posibilidad.
Y, ¿para qué esa posibilidad? Justamente para cumplir el gran objetivo de revelar Su Luz en aquellos lugares en donde antes no existía, en revelar Su Unidad en la apariencia de lo fragmentado, en extender su Presencia a nuevos límites no conocidos. La Luz que se revela dentro de la noche es más potente que la Luz que se revela enfrente de la claridad del día. El objetivo es convertir el brillo de la noche como el brillo del día, en expander la Unidad de Hashem a todos los rincones partidos y separados que hay dentro de la creación.
Esta nebulosidad está presente principalmente en las emociones del hombre, es ahí donde se coloca el origen de la ruptura de la creación, y la división entre creación y Creador. Fuimos hechos por diseño de esta forma, con significado y propósito. Somos seres imperfectos, limitados y temporales, el mundo que observamos es solamente el reflejo de nuestro interior. Cuando hay una iluminación en nuestras cualidades, en nuestras emociones, en los deseos del corazón que se traducen en acciones, entonces la creación misma se alumbra. Es el alma del hombre la vela de Di-s, y por medio de el alma es que se revela la Luz interna que está envuelta por una capa de oscuridad, de ilusión, de cascara, de posibilidad.
La fuente de esta oscuridad es la apariencia de lejanía de Hashem, la falta de reconocimiento de su presencia. Esto se traduce en nuestra realidad como confusión, olvido, desorden, egoísmo, enojo, miedo, tristeza, materia, y finalmente muerte. Todo eso es en potencial, todo eso es lo natural, el estado original de lo creado. Y no es hasta que se introduce la Luz, que vemos la transformación de esta ilusión en aquello que realmente es, pura Luz; claridad, orden, significado, trascendencia, iluminación, conciencia, memoria, felicidad y vida.
Esta Luz que en inicio está oculta de la creación, y posteriormente fue introducida a ella, es el verdadero origen de todo lo creado, su nombre es la Torá. Pura Luz, pura verdad, pura claridad y eternidad. La Torá es Hashem, y Shabbat es su nombre también. Esta es la Luz de la que nuestros corazones carecen, y que tanto anhelan, es la Torá la que despierta al intelecto, a la conciencia, al Daat, el cuál ilumina a las cualidades y deseos del corazón, transformando la confusión y nublosidad en claridad e inspiración.
Así como los días de la semana obtienen su vitalidad y Luz de Shabbat, de su origen, la revelación total de la Unidad Divina. De forma similar las emociones del corazón y los sentimiento del hombre reciben Luz, y claridad de la conciencia, del aspecto cognitivo donde reposa el aspecto más elevado del alma, cuando esté unificado a la Torá, es capaz de hacer brillar al resto del cuerpo.
¡Y todo esto es el secreto de Januka!